Y… ¿del scroll?
Una historia puede ser perfecta y aún así, perderse en el scroll. El ritmo al que se consume hoy el contenido ha cambiado la forma de conectar con las personas. Todo sucede más rápido y en fragmentos. Ya no recordamos lo que alguien nos contó con detalle, ni los nombres, ni las fechas, pero si cómo nos hizo sentir. Y eso ha hecho que muchas marcas hayan dejado de contar historias clásicas para transmitir atmósferas, o lo que es lo mismo: vibes.
En el artículo anterior hablábamos de perspectiva, de cómo decidir dónde poner el punto de vista del espectador cambia la historia entera. Ahora la cuestión es qué aire respira todo lo que haces. Porque la coherencia se construye en decisiones visibles, pero también en lo invisible, en el tono que une las piezas sin necesidad de explicarlo.
De contar historias a crear atmósferas
Durante años, el storytelling ha sido la herramienta por excelencia para dar sentido a las marcas. Construir relato, seguir un hilo, desarrollar personajes y conflictos. Pero la manera en la que consumimos contenido ha cambiado. Saltamos de un reel a un carrusel, de un Tiktok a un banner. Nada ocurre en un orden y casi nada se recuerda de forma secuencial.
El vibetelling asume esa realidad. Busca que reconozcas una energía, no que sigas una historia. La narrativa deja paso a la percepción, con microfragmentos que, sumados, construyen una identidad, un tono, un ritmo. Todo eso que hace que identifiques una marca sin leer su nombre y que te haga sentir lo que es.
Kenzo lo demostró en su campaña dirigida por Spike Jonze, donde una mujer baila sola en un teatro vacío al ritmo de una coreografía frenética. No hay guión ni diálogo, pero la energía, la música y el movimiento transmiten la esencia de la marca sin pronunciar una palabra. Cada detalle construye una sensación que se repite una y otra vez, hasta convertirse en parte de su lenguaje.
De los álbumes conceptuales a los singles
Si el storytelling era el rock progresivo de los setenta, con discos conceptuales y canciones que contaban una historia de principio a fin, el vibetelling es Spotify en 2025: un flujo constante de singles que funcionan por sí solos, pero suenan a lo mismo.
Una marca que trabaja desde las vibes no teme variar el ritmo ni el estilo, porque su “sonido” sigue reconocible en el tipo de luz, en la textura de sus imágenes, en la cadencia del copy, en el modo en que edita o mueve la cámara. Cada pieza añade matices, pero todas pertenecen a la misma atmósfera.
Del manual rígido a los sistemas vivos
Las guías de marca tradicionales nacieron para un mundo estable, donde los puntos de contacto eran predecibles: anuncios, vallas y catálogos. Hoy la marca vive en un entorno caótico con vídeos de tres segundos, stories que desaparecen, colaboraciones cruzadas y audiencias que cambian de plataforma sin previo aviso.
En este contexto, el nuevo reto no es aplicar siempre un Pantone exacto, sino mantener una sensación reconocible. Pasamos de “usa siempre este azul” a “transmite siempre esta calma” o “esta energía”.
Cada marca debería ser capaz de definir sus atributos de atmósfera: precisa o fluida, oscura o brillante, directa o contemplativa. Rasgos que funcionan como brújulas, no como límites.
Marcas que suenan a sí mismas
Hay marcas que han entendido este cambio y han aprendido a crear atmósferas inconfundibles.
Nude Project no te cuenta quién es, se nota en cómo habla, en cómo viste, en cómo mira. Su energía es compartida, real, sin filtros. Más vibes que discurso.
Nike, en muchas de sus campañas, deja a un lado la historia y se queda solo con la sensación. El ritmo, la respiración y los gestos bastan para hacerte sentir el esfuerzo sin decir una palabra.
Duolingo no enseña idiomas en su comunicación, enseña humor, caos y ritmo. Cada aparición del búho es un gesto tan absurdo como reconocible.
Cada una lo hace a su manera, pero las tres demuestran que cuando una marca encuentra su aire, todo lo demás fluye.
Tu historia puede evolucionar y tu diseño también. Pero cuando todo se diluye en la velocidad del feed, la atmósfera que construyes es lo que queda flotando, sonando incluso en silencio.
Quizá el reto no sea contar más historias, sino mantener el aire que las une.
La pregunta es: ¿Tu marca se reconoce por lo que dice o por las vibes que transmite?






